Capitulo 3: Siempre de prisa.

Ese día estaba furiosa con mi madre, por prohibirme tener novio. “Estas muy chica”,”no eres capaz de ver por ti misma y ahora te crees una adulta”, “siempre quieres hacer cosas que no van con tu edad”, “eres una precoz"…tenía tantas ganas de gritarle que veía sus defectos y errores en mi, gritarle cosas como “tu divorcio no lo reflejes en mi”, “yo no cometeré los mismos herrares que tu” sabía que eso era un detonante para enfurecerla más y acabaría encerrándome en algún colegio de monjas para controlarme a su antojo. Se que 17 años no es se la chica más madura pero yo se como guiar mi vida.

Pero…Ocurrió el accidente..y todo se vino abajo…

Esa tarde, después de una ronda de besos, promesas de amor y terminar de acomodar las mochilas, verificar nuestros ahorros, listos para irnos juntos lejos de nuestros padres y sus prohibiciones a nuestra relación.

Ate varias sabanas para hacer una cuerda improvisada y así bajar como en las películas para no ser vistos con las mochilas y sospecharan nuestro escape. La luna llena seria nuestra única guía y cómplice…

Pero tuve un error, las películas son simples ilusiones que no tiene error de falla , fui muy tonta en creer que podríamos escapar de ese modo.

Antes de bajar nos dimos un beso largo y tierno, sentir a Etán tan cerca de mi me hacía sentir una chica poderosa y que podía hacer todo  lo que me proponía. Decidí bajar primero y entonces se zafó el nudo de la sabana y caí dos pisos, solo pude ver la mirada de Etán viéndome caer, sentí  que caía del cielo…sentí que duro una eternidad.

—¡Lauren!—lo oí gritar
Caí y sentí como mi cuerpo se estrellaba en el asfalto y no recordé nada más…
Desperté aturdida en una cama de hospital, una enfermera un poco mayor de cabello canudo pero de hermosa mirada, me colocaba una inyección, mi madre hablaba con el médico y firmaba documentos muy enojada, sentí un dolor intenso en la pierna derecha, no podía moverme, no podía ni siquiera ver que me había pasado conmigo, estaba vestida con una bata de hospital blanca.

Mi madre termino de firmar y se acerco furiosa así mi.

—¿estás contenta?—dijo su voz intimidante, no pude responderle-tienes suerte de que no haya siso más grave-me reprocho sin quitarme esa mirada de enojo.

—¿y Etán?—le pregunte impulsivamente sin pensar.

—Olvídate de el—dijo fríamente—sus padres lo llevaron a otro estado para alejarte de ti—me quede helada a su respuesta, por un momento me dolió algo dentro de mí, más que el dolor físico de la pierna rota…

—y en cuanto te recuperes encontrara a un internado para reformarte ese carácter de perros que tienes—se paro sin darme un abrazo o una palabra de aliento.

—como se te ocurrió hacer esa estupidez…siempre quieres hacer todo de prisa—se alejo y cerro la puerta.

Me quede solo en esa habitación blanca, que se me hizo enorme al sentirme totalmente sola en el mundo, y algunas lagrimas involuntaria rodaron por mis mejillas…Etán se fue de mi...la única persona que me he enamorado y que me hacía sentir menos sola en el mundo.

—¿Lista para la operación?—la enfermera que me atendió anteriormente me dijo dulcemente—no tengas miedo …sanaras rápidamente y te dolerá menos— me sonrió dulcemente, al menos me hizo sentir un poco mejor.